“Más vale tarde que nunca” y “nunca es tarde para el que quiere”, por eso importa mucho que juntos busquéis soluciones para vuestra vida en familia. Cada uno debe aportar las que piense que van a gustar más al otro.

No entrar en discusiones es ya una buena parte de la solución porque no hay que olvidar que hay muchas maneras de hacer las cosas y una solución que sea aceptable, puede muy bien ser suficiente. Pero hablar no es suficiente, el broche final viene cuando se concreta la acción y se establecen las prioridades para conseguir esa calidad de vida que queremos.

Siempre hay cosas que no están claras, las sufrimos, porque no siempre somos conscientes de ellas. La falta de tiempo para uno mismo o para la relación con la pareja, o con la familia es con frecuencia la causa de ese cierto malestar y descontento, que a veces sentimos porque ¡no era eso lo que queríamos! Y es que a veces vivimos tan inmersos, cada uno en su trabajo, que es fácil perder de vista los intereses del otro. Está claro que no se trata de sacrificarlo todo por satisfacer los deseos del cónyuge, pero la disponibilidad para solucionar los problemas y el hacer tiempo para las cuestiones que requieren más urgencia, es garantía de tranquilidad y de paz en las relaciones entre los dos.

Buscar soluciones no es tarea fácil, pero es interesante saber que en caso de discrepancia un buen método es empezar por considerar lo que señala tu pareja. Esta actitud es siempre mejor que el insistir con machaconería en nuestra manera de ver las cosas y predispone al otro a considerar también nuestras opciones antes que las suyas.
Comunicar es más que hablar y para buscar soluciones lo primero que habrá que preguntarse después de formular el problema, es por su causa. ¿Se trata de una falta de comunicación, o es más bien que somos bastante perfeccionistas y pensamos que nadie sabe ni hace las cosas tan bien como nosotros? ¿hay algunos patrones fijos o rutinas que habría que cambiar? ¿ dónde habría que buscar las soluciones?, ¿en ti, en tu pareja, en la organización de la casa? ¿lo hemos intentado alguna vez? ¿ cuáles fueron las soluciones?, si no funcionaron, ¿sabemos por qué?

En esta búsqueda de ‘lo mejor’ descubriremos, si es que no lo hemos hecho ya, que tanto los hombres como las mujeres miramos los mismos hechos de manera diferente dándoles también otro grado de importancia y eligiendo con frecuencia soluciones distintas. Los hombres suelen pensar en las líneas grandes, mientras que las mujeres damos más valor y atención a las cosas pequeñas y mucho me temo que estas diferencias van a permanecer, por eso hay un ingrediente que nunca debe faltar a la hora comunicar buscando soluciones: el humor.