¿Ayudar en casa? pobrecitos… ¡con todo lo que tienen que hacer! los estudios, el deporte, la música, los amigos etc. pobres, tienen también que distraerse y descansar, ¡ya tendrán tiempo de hacerlo en su propia casa! Y todos sabemos … que eso no funciona así

Aún no hace mucho tiempo, eran las madres las que no querían que los hijos varones hicieran algo en la casa. Hoy día son muchas las familias en las que, tanto a los niños como a las niñas, no se les pide en absoluto que ayuden en la casa. Una de las causas puede ser que, al ser las familias pequeñas, muchos padres tratan a sus hijos como príncipes y princesas. No se puede generalizar, pero son muchos los padres que no se atreven a decir «! que no!» a sus hijos, no se atreven a pedirles nada y consienten en darles continuamente todos sus caprichos.

También es posible que, con la vida tan agitada que llevamos, educar y poner fronteras es más difícil que nunca. Cuesta esfuerzo y dedicación y cuando volvemos a casa, cansados de un día de trabajo, no tenemos ganas de pararnos a considerar que es lo que queremos en realidad para nuestros hijos.

Hay una tercera causa, cada vez más generalizada. Es lo que les pasa sobre todo a muchas madres que trabajan fuera de la casa: se sienten culpables, “malas madres”, de no estar con los hijos todo el tiempo que creen que tendrían que estar.

El mimar a los niños tiene en muchos casos el papel de compensar el tiempo de ausencia.
En todo caso, estas son actitudes comodonas que perjudican más de lo que creemos a los niños.

Un refrán holandés recoge esta sabiduría muy gráficamente “Aprender de niño es funcionar bien de mayor”