Una de las primeras consecuencias de la falta de tiempo es la perdida de la “paz” y todos por experiencia sabemos que la “paz” es un bien fundamental que hace posible que nuestro día sea feliz a pesar del mucho que hacer.

Yo he descubierto que la paz empieza por la cocina, por la buena organización de la cocina. La cocina es, cada vez más, uno de los principales lugares de reunión familiar, allí se habla, se cocina, se come, se pica y se huele al disfrute que está a punto de llegar. Es el lugar perfecto para hacer familia, por eso la búsqueda de la paz tiene que empezar por la cocina, por su buena organización, que facilite el trabajar bien sin tener que perder tiempo en busca de cacharros o de productos. Una cocina bien pensada significa ahorro de movimientos y con ello ahorro de cansancio, de tiempo y de enfados.

Hoy por hoy en cualquiera de nuestras cocinas hay todo lo que tiene que haber y con  mucha frecuencia, más de lo que necesitamos tener. A pesar de ello, el momento de hacer la comida es un momento de estrés y por eso un día, buscando la paz me puse manos a la obra y empecé por echar una ojeada a los armarios y decidí tirar, dar o buscar otro sitio para todo lo que hay en los armarios de la cocina y que no aporta nada a la hora de cocinar.

Abrí los armarios, uno detrás de otro y enseguida vi lo que allí pasaba. Las cacerolas estaban al otro lado de la vitrocerámica, la vajilla estaba en una punta de la cocina y el lavavajillas en la otra y ninguna de las dos cerca de la mesa donde comíamos. La jarra del agua estaba en la sala y cuando ibas a poner la cafetera había que empezar por buscar el café. ¡Nada raro que al preparar la comida se perdiera tanto tiempo y hubiera tanto estrés!